GATOS, GATOS & ORIENTALES Y SIAMESES


Nos gustan todos los gatos. Callejeros, domésticos, salvajes, con un super linaje, sin genealogía reconocida, con ganas de jugar, cazadores, tranquilos, con bigotes blancos, con bigotes negros, con manchas, con rosetas, de tres colores, de colores sólidos, curiosos, intrépidos, enteros, castrados; con pelo largo, con pelo corto: todos.

Ina & Nina, antes callejeras, ahora domésticas


A lo largo de mi vida he tenido muchas clases de gatos, pero no fue sino hasta que tuve a Dada e Isis (siamesa y oriental respectivamente) que me dí cuenta de que hay razas que son más o menos afines al carácter de una persona.

Dadá, allá por los 90's, días después de haber parido


Y aunque por una cuestión socialista internalizada, me costó aceptarlo,  los gatos que han sido criados puros, siguiendo los estándares de una raza y cuidando las líneas de sangre, expresan de modo absoluto las características de dicha raza y resaltan su perfección.

Hace algunos meses, por obra de lo que llamo el azar objetivo, o el destino, llegaron a casa algunos ejemplares de gatos orientales y siameses para que yo los críe. Llegaron con sus finas líneas, sus cuerpos tubulares, sus cabezas triángulo, sus grandes orejas, sus colores perfectos y sus largos pedigrís. Llegaron con sus ronroneos y sus voces parlanchinas; con sus ojos azulísimos y sus ojos verdes (los siameses tienen ojos azules y los orientales verdes) con sus juegos, sus curiosidades, su dulzura extrema.




Apreciemos la belleza de la raza de la que hablaré largamente en un próximo post. Ahora, los dejo con la felicidad que me da ver, cada día,  a estos ejemplares magníficos y, por qué no, un poco malcriados. Porque, debo reconocerlo; tanto mis niños humanos, como mis gatos; son un poco malcriados.

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